Toledo, las cuestas del infierno
Actualizado: 17 ago 2022
Toledo es una ciudad que por proximidad quizás no había visitado antes. Es curioso que cuando tienes algo tan cerca lo vas posponiendo más de lo recomendable.
Antes de nada os dejo los enlaces a la Toledo Card y el Freetour.
Es una ciudad que, a pesar de tener un casco antiguo no muy amplio, tiene muchos rincones y no es una ciudad para ver en un día, si quieres verla con tranquilidad recomiendo tres. Aunque nosotros lo hicimos todo en un solo día y, como es costumbre, nos volvimos a dejar cosas como excusa para volver.
Otro de los errores graves fue visitarlo en agosto. Hace un calor insoportable. Suerte que es una ciudad en la que puedes encontrar una craft casi en cualquier sitio y hacer una parada técnica.
Una de las ventajas que tiene Toledo respecto a otras ciudades es que tiene varios parkings disuasorios gratuitos que te dejan relativamente cerca del centro. Incluso tienen unas escaleras mecánicas que te dejan prácticamente en el centro. Nosotros usamos el de Safont.
Llegamos un viernes por la noche, lo que sólo nos dejó tiempo para disfrutar de su gastronomía. Cenamos carcamusas en El Trébol, acompañándolo con cervezas de Buenaventura, y ciervo guisado con cerveza de Domus en La Cuchara de Palo.
Nos alojamos en Oasis Backpackers de Toledo; el hostal está bastante bien y muy buen precio, sobre todo para estar en la ciudad con más alto porcentaje de ocupación hotelera de España.
El siguiente día me desperté con una tarea pendiente, visitar a mi amigo Jose, esa persona que siempre afronta los problemas con una sonrisa y de la que aprendí mucho, y compartir un buen rato y unas cervezas y más si conoce un bar donde tengan la Blanka Tigro de Speranto, una de mis cervezas preferidas. Después de salir del Bar El Búho, también pasamos por Monster Beer para reponer la despensa.
De vuelta al centro pasé por una curiosa rotonda que llaman la rotonda de los patos, ya había oído antes el nombre de plaza de los patos pero suelen ser esculturas; aquí son de verdad y curiosamente no salen de la rotonda, y, según dicen, no ha habido ningún accidente con ellos.
Vuelvo de nuevo al centro y ya empezamos la visita turística propiamente dicha. Esta vez accedemos a la ciudad por la llamada puerta de la viagra, que posteriormente pasó a llamarse puerta bisagra. Su nombre se debe a que a ambos lados de la puerta había dos burdeles y los hombres al llegar allí iban ya…. Tras el reinado de los Reyes Católicos, los burdeles se ocultaron en la ciudad y como el nombre no sonaba bien decidieron cambiarle a bisagra porque sonaba similar.
La mayor curiosidad de esta puerta es el ángel custodio sin un ala, se cree que por un rayo y que guardaba la ciudad. Aunque cuentan que dejó pasar a la peste porque sólo iba a matar a siete personas; al salir la peste de la ciudad, el ángel le reprochó que había matado a siete mil en vez de siete, y la peste dijo que ella solo mató a siete, el resto los mató el pánico.
Pasamos por debajo y seguimos recto hacia la mezquita del Cristo de la Luz. Aquí compramos la pulsera de Toledo Turística que son sólo 10€ por la entrada a 7 monumentos. El nombre correcto sería ermita del Cristo de la Luz, construida sobre la mezquita de Bab al-Mandur.
Esta mezquita me enseñó que no todo es como nos lo imaginamos, cuando piensas que la invasión musulmana fue una invasión destructiva y salvaje descubres que durante la época musulmana, se permitía el culto tanto a judíos como a cristianos; es más, en la parte de atrás de la mezquita había un lugar habilitado para el culto cristiano.
Pero aunque entre musulmanes y judíos, y entre musulmanes y cristianos, no había problemas de convivencia, judíos y cristianos se odiaban a muerte. De este odio viene el nombre de la ermita.
Dicen que un judío se infiltró entre los cristianos y cuando nadie lo vio puso veneno en los pies de la imagen del Cristo que había en ella y que los fieles tenían costumbre de besar. Cuando una anciana se agachó para besar los pies de la escultura el Cristo apartó a los pies salvando a la anciana. Enfadado el judío apuñaló la imagen y la llevo a su casa enterrándola en el patio. Los fieles al día siguiente al no encontrar al Cristo, vio un reguero de sangre que les llevo hasta el patio del judío y allí donde estaba enterrado la imagen vieron un gran haz de luz, de ahí el nombre.
Otra curiosidad es el adoquín blanco que hallaron frente de la mezquita. Cuentan que es donde el caballo del Rey, del Cid y del obispo de Palencia se arrodillaron tras entrar en la ciudad después de su conquista. Llegó a ser tan valorada que durante la invasión napoleónica mandaron retirarla a los soldados, ya que querían acabar con todo rastro de cultura, costumbre y mitos de la ciudad, y un toledano que se enteró les dijo que los cojones, que al que la toque le arranca un brazo y le pega con él, o algo así. No estoy seguro de lo que dijo por que no estaba allí, pero el caso es que los franceses decidieron que casi mejor se quedaba.
La segunda parada es el Real Colegio de las Doncellas Nobles fundado en 1551 por el Cardenal Silicio, con el fin de dar formación a jóvenes sin recursos. Así a simple vista muy integrador y caritativo pero…. Si tenías antepasados conversos, nanay.
El cardenal está aquí enterrado y es casi lo más llamativo de la visita un sepulcro de mármol blanco terminado en el 1924 que contrasta con el humilde ataúd en el que fue enterrado, ya que el cardenal venía de una familia humilde y vivió de forma muy austera para su posición.
Después nos dirigimos al que me pareció el mayor monumento de Toledo el Monasterio de San Juan de los Reyes. Este monasterio construido en 1526 y usado por la orden franciscana, si los de la Franziskaner.
En principio iba a ser el lugar de entierro de los Reyes Católicos, aunque finalmente no lo fue, por ello hay un sinfín de referencias a ellos, iniciales, la frase de tanto monta, yugos y flechas, escudos….
Una de las maravillas que alberga el monasterio son las gárgolas del claustro, aunque alguna es un pelín inquietante. También todas las esculturas del claustro son espectaculares.
Otra de las cosas que se encuentran en cantidad son las cadenas, representado los cristianos liberados tras la toma de Granada
Una curiosidad más es la inscripción templaria “Non nobis domine, non nobis sed tuo da gloria” –Nada para nosotros Señor, sino a tu santo nombre hemos de glorificar.
Muy cerquita se encuentra la Sinagoga de Santa María La Blanca, que es ahora mismo una mezcla de las tres culturas, judía por sinagoga, cristiana por Santa María y musulmana porque fueron ellos quienes las construyeron y eso se ve en su arquitectura; aunque hay distintas teorías.
Durante el reinado de Alfonso X sufrió un incendio, pero este mismo permitió su reconstrucción, contradiciendo la orden papal, ya que debía mucho a los judíos, incluido la Escuela de Traductores de Toledo.
Más tarde esta Sinagoga, tras el destierro de los judíos, fue entregada a la Orden de Calatrava, ligada a los templarios.
Vamos a por otra sinagoga, la Sinagoga del Tránsito o Sinagoga Mayor, que también alberga el museo Sefardí. Sefardíes son los judíos de raíces ibéricas y sus descendientes que vivieron en España hasta su expulsión por lo Reyes Católicos y el Rey de Portugal.
Fue construido en el S XIV por lo que como sinagoga se usó poco tiempo, y desde entonces ha pasado a ser: templo cristiano, asilo, hospital, vivienda particular, ermita, barracón militar, Monumento Nacional y ahora, museo.
Esta sinagoga también fue entregada a los templarios, pero a cambio del Alcázar, entre otras cosas.
Lo más llamativo de este edificio son los techos de madera de la nave principal.
Al ladito está el museo del Greco. Este museo tiene origen en el año 1905 cuando el marqués de la Vega-Inclán compró el edificio para hacer una recreación de la casa del Greco. Curiosamente este pintor había caído en el olvido desde su muerte hasta entonces.
Domenikos Theotokopoulos, apodado el Greco por su origen, llegó a España con 35 años y es uno de los personajes más ilustres de Toledo, ya que revolucionó la pintura de la época.
En el museo podemos contemplar muchas de sus obras, aunque hay muchísimas también fuera de ella, en lugares tan inhóspitos como el hospital de Illescas o en el de Tavera.
No me quiero extender más, ya que la vida del pintor da para varias publicaciones, así que pasamos al siguiente punto, la Iglesia de Santo Tomé, que curiosamente es famosa por tener una obra de este pintor, El entierro del Señor de Orgaz, que no conde.
Otra de las cosas famosas de esta iglesia es que los valientes comuneros usaron su campanas para hacer un cañón y dejaron la iglesia sin campana.
Muy cerca de la iglesia se encuentra el callejón sin salida más pequeño del mundo. ¿Podréis encontrarlo?
Nos dirigimos hacia la Iglesia de los Jesuitas o de San Ildefonso, patrón de la ciudad. Algo más moderna que las anteriores, ya que fue iniciada en 1629 y fue abierta al culto en 1718. Destacan sus altas torres a las que se puede acceder y disfrutar de una bella panorámica de Toledo.
Desde allí vamos hacia la Catedral Primada de Toledo, pasando por la plaza del ayuntamiento donde también está el Palacio Arzobispal y disfrutar de su arquitectura.
No entramos a la Catedral por el alto precio de la entrada, que está en los 12,50€. Esta catedral tiene la curiosidad de que tiene solo una torre, debido a que cuando iban a construir la segunda vieron que el suelo era inestable lo que le da un aspecto asimétrico, aunque también está la teoría de que fue por falta de dinero.
Se le considera la segunda iglesia más rica del mundo por detrás de la del Vaticano, normal con el precio de la entrada.
Por dentro destaca por las escenas eróticas y de bestias mitológicas.
Ponemos rumbo al punto más alto de la ciudad donde se sitúa el Alcázar. La primera construcción militar en este emplazamiento data del siglo III y se trata de un palacio que daba cobijo al ejército romano. Los visigodos implantaron aquí su capital y siguieron ampliando el complejo. Lo mismo hicieron los reyes Alfonso VI y Alfonso X.
Fue Carlos V quien construyó el Alcázar tal y como lo conocemos, aunque cuando trasladó su corte a Madrid lo dejó abandonado.
Desde entonces el pobre Alcázar ha sufrido varias destrucciones y atentados en el siguiente orden. La primera en la guerra de Sucesión como consecuencia de la guerra, después en la guerra de sucesión y un poco más tarde en el 1887 y por último en la guerra civil el bando republicano también lo bombardeó. Fue Franco quien lo reconstruyó, intentado respetar la apariencia anterior.
Después de ello la mano derecha de Hitler, Himmler, visitó la estructura admirado por el aguante de la batalla, aunque también cuentan que fue una excusa para buscar el Santo Grial y otras reliquias que guardaban los templarios.
Actualmente aloja un museo del ejército y la biblioteca de Castilla-La Mancha.
Bajamos hacia la plaza del Zocodover, una de las plazas con más vida pública de la ciudad en toda su historia. Esta plaza ha visto mercados, recepciones, corridas de toros, autos de fe, ejecuciones e incluso la instalación de clavicotes, que eran una especie de jaulas, en las que metían a muertos sin familia con un cepillo para recaudar para su enterramiento; vamos, lo que todo el mundo querría tener en la plaza de su pueblo.
Nos vamos de la ciudad por el puente de Alcántara, que se remonta al Siglo III y fue construido por los romanos para unir Zaragoza y Mérida.
Fue parte de las defensas de Toledo y era el lugar donde se cobraba el impuesto de Portazgo.
Seguimos en dirección al castillo de San Servando, aunque no pudimos entrar porque ahora es un albergue y no permiten visitas.
Este castillo medieval se sitúa al otro lado del Tajo, hacia el este de Toledo, y fue construido en el siglo XI. Al estar fuera del Tajo sufrió varios ataques de los almorávides, unos monjes guerreros del sur de África, aunque resistió a todos.
Este castillo fue subastado en 1873 por 3500 pesetas, como 20€ de los de ahora, lástima llegar 150 años tarde.
Curiosamente los primeros habitantes de este Castillo fueron los monjes de la abadía de San Víctor en Marsella, de los que hablo en otro post.
Este castillo, como otros edificios de la ciudad, fue cedido a los templarios.
Otra curiosidad es que el rey Alfonso X lo usó como observatorio astronómico.
Para terminar la visita diurna vamos al Parador de Toledo que se sitúa también a las afueras y tiene vistas de toda la ciudad.
Aún quedan cosas por hacer. Lo primero, cenar en la Abadía, cocina de autor y de una gran calidad y cervezas artesanas; una pasada, y más después de un largo recorrido.
Con el estómago lleno nos vamos a hacer el recorrido de paseos nocturnos por el Toledo mágico. Podría contar mil curiosidades de esta ruta, pero no voy a haceros spoiler, mejor disfrutadla.
No podíamos terminar la noche sin un poco de jarana, recomiendo una buena cerveza El Tirador, un mojito en la Terraza el Miradero y, por ver algo distinto, el Circulo de Arte de Toledo, una discoteca dentro de un templo.
El domingo, como madrugué un poco más que el resto, aproveché para ver sitios a las afueras desde las que tienes unas vistas privilegiadas de Toledo, como la Ermita de San Jerónimo, la Ermita de Santa María de la Cabeza y el mirador del Valle. Pero poquito más y para casa.
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